Muchos padres se enfrentan a los cambios de sus hijos preadolescentes no entendiendo del todo lo que está sucediendo. Una semana tu hijo es un niño y a la siguiente se convierte en preadolescente. Parece que, al cumplir una determinada edad, los niños sufren una serie de cambios emocionales. Para conseguir afrontar esta etapa los padres deben estar preparados y el primer paso es descubrir cuáles son los principales cambios que pueden presentar nuestros hijos preadolescentes y cómo hacerles frente.
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¿Qué es la preadolescencia?
La preadolescencia es una etapa intermedia o de transición entre la niñez y la adolescencia, la cual conlleva una serie de cambios físicos y emocionales, siendo una etapa complicada de afrontar tanto para padres como para hijos. Abarca edades variables pero por lo general comienza entre los 9-10 años y se extiende hasta los 12-13 años.
A nivel emocional, aparece una necesidad de mayor independencia. Empiezan a separarse de “mamá y papá” y a ser más independientes. Empiezan a cuestionar las decisiones y reglas de sus padres, es un momento crítico para que puedan aparecer las mentiras y el cuestionamiento de las reglas como parte de esa necesidad de independencia.
Al mismo tiempo, los preadolescentes cada vez dan mayor importancia al modo en que los ven los iguales, e intentan “encajar” en el grupo y ser aceptados. Sus amigos se vuelven mucho más importantes, en comparación con sus padres, a la hora de tomar decisiones. También se comienzan a interesar por aspectos no tenidos en cuenta hasta el momento, necesitando mayor espacio para estar solos.
Además en la preadolescencia son comunes los cambios inesperados de humor, ya que a estas edades se producen muchos cambios hormonales que son fisiológicos y que les causarán una gran variación en sus estados emocionales.
¿Cómo podemos conseguir afrontar los cambios que conlleva la etapa preadolescente de nuestros hijos? Te enseñamos siete claves que funcionan para conseguir una buena relación con nuestros hijos preadolescentes.
Las 7 claves que debes conocer para lidiar con los cambios preadolescentes
Compartir tiempo juntos.
Teniendo en cuenta que nuestros hijos necesitan cada vez mayor independencia y podemos sentir que cada vez se separan más de nosotros, es recomendable realizar pequeñas actividades que nos permitan pasar tiempo junto a nuestros hijos.
Para ello, descubre sus gustos y aficiones y proponle a tu hijo un plan relacionado con eso. Por ejemplo, si a tu hijo le gusta la naturaleza puedes proponerle una tarde de senderismo. Es muy importante que tu hijo se sienta valorado y que piense que tienes en cuenta su opinión.
Por otro lado, puede que tus hijos no tengan una afición clara y concreta aparte del hecho de salir con los amigos, intentad descubrir una juntos.
Lograr comprender los gustos de nuestros hijos o lo que les importa es una buena forma de construir una gran relación que perdurará a lo largo de los años.
Demuestra cariño sutilmente.
La Psicoterapeuta, Virginia Satir dice que “necesitamos cuatro abrazos diarios para sobrevivir. Ocho abrazos diarios para mantenernos y doce abrazos diarios para crecer”
En muchas ocasiones puede que los preadolescentes se comporten como si no necesitaran o quisieran las muestras de afecto, a pesar de que las necesitan.
Aunque cueste aceptar estos cambios, es conveniente entender que se trata de señales que indican que necesitan su propio espacio.
Ante esto podemos buscar alternativas para demostrar a los hijos nuestro afecto, como por ejemplo alisarle el pelo cariñosamente, prepararle su comida favorita. No hace falta que sea continuamente, pero sí deben estar presente en ocasiones.
Establecer rutinas.
Es muy importante seguir manteniendo algunas rutinas como la hora de irse a dormir para que su hijo descanse las horas necesarias para poder rendir durante el día. Para ello sería conveniente buscar alguna actividad relajante para poder hacer juntos antes de ir a la cama. Por ejemplo, podéis leer juntos un libro.
Respetar la intimidad de su hijo.
Comprensiblemente, algunos padres sienten la necesidad de conocer todo lo que hacen sus hijos y les cuesta respetar su intimidad.
Pero conforme nuestros hijos van creciendo y alcanzan la etapa preadolescente, pueden necesitar su propia intimidad. Por este motivo, es conveniente respetar el dormitorio de su hijo, sus libros, sus llamadas telefónicas deben ser algo privado. Tampoco debemos esperar que su hijo le cuente todas sus ideas o actividades. Está claro que, por estrictos motivos de seguridad, debemos saber dónde está, qué está haciendo, con quién está y cuándo volverá su hijo, pero no es necesario conocer todos los detalles.
Por lo tanto, si se detectan señales de alarma de que su hijo podría tener problemas, entonces no tendremos más remedio que invadir su intimidad hasta llegar al fondo del problema. Pero, en caso contrario, debemos mantenernos al margen.
Escuchar y comprender a su hijo.
Es conveniente observar los cambios que experimenta su hijo, pero sin juzgar ni interpretar, ya que si comenzamos a cuestionarlos, posiblemente pueda suponer un primer paso para el alejamiento. Por lo tanto es fundamental una escucha activa que nos ayude a comprender lo que le está ocurriendo a nuestro hijo y de esta forma poder descubrir qué es lo que necesita.
Es decir, no debemos olvidar lo que ellos sienten y necesitan, y que si queremos que confíen en nosotros, no deben tener la sensación de que lo que sus padres quieren es simplemente satisfacer sus propios deseos y necesidades.
Por ello, debemos hacerles entender cuál es nuestro papel como padres, que no es otro que ayudarles a que ellos mismos comiencen a encontrar soluciones a sus problemas. Por algo la preadolescencia es esa primera etapa antes de comenzar la pubertad y, en definitiva, el momento en el que se dan los primeros indicios de independencia.
Ayudar a nuestros hijos a expresar sus emociones.
Los niños que atraviesan la preadolescencia, aprenden a regular sus emociones observando las actuaciones de sus propios padres o de los adultos de su entorno cercano.
Para ayudar a nuestros hijos a regular sus emociones de una manera adecuada lo podemos hacer comenzando por hablar a nuestros hijos a diario de cómo nos sentimos, de esta manera seremos sus modelos y le estaremos enseñando a poner palabras a lo que sienten. Por ejemplo: Hoy vengo enfadado y cansado porque he tenido un día complicado en el trabajo.
También les estaremos trasmitiendo el mensaje que mostrar cómo se siente uno no es malo, solo hay que saber expresarlo de la manera adecuada. Por ejemplo: Expreso con palabras y con mi lenguaje no verbal como me siento, no tiro cosas ni grito.
En general, nuestros hijos van a aprender a expresarse poco a poco con la ayuda de los padres, por eso es tan importante que aprendamos a cuidar como transmitimos nuestras emociones.
Aceptar y respetar las emociones de nuestros hijos.
Es muy importante escuchar y ayudar a nuestros hijos a que expresen lo que sienten en cada momento. Por ejemplo: Comprendo que estés triste, hablemos sobre ello, cuéntame que es lo que te ha pasado.
Además es fundamental ayudarles a relacionar expresiones corporales con las emociones, esto les ayudará en el desarrollo de la empatía y poder ponerse en el lugar del otro. Por ejemplo: Mira la cara de tu amigo, parece que está enfadado, ¿le preguntas qué le ha molestado?