Con la llegada de la primavera todos los años, los alérgicos al polen comienzan con síntomas, de hecho este año pueden ser más intensos por las lluvias que se han registrado en los últimos meses.
El polen (del latín pollen “polvillo muy fino”) es el nombre colectivo de los granos, más o menos microscópicos, que producen las plantas con semilla. Los granos se esparcen con el viento, siendo muy abundantes en sitios con muchos arbustos y árboles como jardines, parques o campos. En España, las plantas responsables del mayor número de alergias al polen son las gramíneas, el olivo y las parietarias.
En el litoral mediterráneo la sensibilización más frecuente corresponde a Parietaria judaica (una maleza) y las gramíneas en segundo lugar. Existen diferentes aplicaciones y páginas web como www.polenes.com donde se pueden observar las concentraciones de pólenes existentes en cada región.
¿Soy alérgico al polen?
Pero ¿qué significa ser alérgico al polen? La alergia es una respuesta desproporcionada a una sustancia o “alérgeno”, lo que ocasiona que nuestro sistema inmunitario reaccione ante sustancias inofensivas lo que produce los síntomas. En ocasiones, puede parecer un simple catarro que no se acaba de curar pero hay una serie de síntomas que nos deben hacer sospechar.
Los síntomas repetidos o parecidos a los de un resfriado crónico que duran más de una semana o dos, o que se desencadenan casi siempre durante las misma época del año. Estos pueden incluir:
Goteo nasal
Congestión nasal
Estornudos
Carraspeo de garganta
Frotarse la nariz
Sorber la nariz
Picazón en los ojos
Ojos llorosos
Con el paso de los años, estos síntomas van in crescendo, es decir cada vez son más intensos. Ante la sospecha se deben realizar las pruebas para comprobar nuestra sensibilización e iniciar el tratamiento más apropiado en cada caso.
No existe una edad ideal para realizar las pruebas, depende de la sintomatología de cada paciente, pero no se recomienda en los primeros años de vida porque en general dada la inmadurez del sistema inmune estos síntomas pueden achacarse a infecciones víricas y deben pasar unas cuantas primaveras para que el paciente se sensibilice.
En muchas ocasiones aconsejamos un “calendario de síntomas” durante algunas semanas, es decir, escribir dónde y cómo se desencadena la clínica, esto nos ayudará a identificar el problema y tratar de evitarlo en la medida de lo posible. Existe un riesgo genético ya que si alguno de los progenitores es alérgico existen más posibilidades de serlo. Ante cualquier duda, ¡consúltanos!